La ceremonia por el 215° aniversario de la Revolución de Mayo estuvo lejos de ser un escenario de unidad. Mientras el arzobispo Jorge García Cuerva llamaba desde el púlpito a fortalecer la fraternidad, el respeto y el diálogo, el presidente Javier Milei exhibía una marcada distancia con su vicepresidenta Victoria Villarruel y el jefe de Gobierno porteño Jorge Macri.
A diferencia de años anteriores, Villarruel no participó de la tradicional caminata de Casa Rosada a la Catedral Metropolitana. Según trascendió, fue una decisión de Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y principal organizadora de la agenda oficial, para evitar cruces incómodos. Ya dentro de la Catedral, Milei no la saludó, repitiendo ese mismo gesto con Jorge Macri, con quien mantiene un fuerte enfrentamiento desde las recientes elecciones porteñas.
Incluso durante el homenaje en el mausoleo de San Martín, Milei evitó compartir cercanía con su vice. La incomodidad se profundizó en el acto del Regimiento de Patricios en Plaza de Mayo, donde debieron ubicarse juntos, pero no cruzaron palabra.
Silencios, gestos fríos y un gabinete alineado
Mientras tanto, el Gabinete nacional tuvo su propia previa en Casa Rosada. Con un desayuno escueto en el Salón de los Bustos, ministros como Petri, Bullrich, Werthein y Cúneo Libarona compartieron charlas informales antes de salir hacia la Catedral. La única funcionaria que saludó a la prensa fue Sandra Pettovello, quien luego acompañó al Presidente en su salida oficial.
Tras la ceremonia, Milei tuiteó cuatro veces la frase “Roma no paga traidores”, en alusión directa a Jorge Macri, a quien no le perdona la contratación del consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de Sergio Massa en 2023.
García Cuerva: fuerte reclamo social y político
La homilía del arzobispo fue uno de los momentos más potentes de la mañana. En un discurso cargado de llamados a la concordia y a la sensibilidad social, García Cuerva criticó el individualismo, la agresión política y la falta de políticas públicas para los jubilados y los sectores más vulnerables.
“Venimos a pedirle a Dios que nuestra Argentina se cure y viva. Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, la tolerancia, el respeto”, advirtió, y cuestionó el clima de decepción política que desmoviliza a los votantes.
También mencionó el avance del narcotráfico, el abandono de personas sin hogar, y la falta de inclusión de personas con discapacidad, exigiendo una Argentina más justa, más viva y más humana.
Milei, cordial con la Iglesia, distante con la política
Pese a su historial de tensiones con la Iglesia, Milei saludó afectuosamente al arzobispo tras la misa. Desde su acercamiento al Papa Francisco, ha moderado su tono con el clero, aunque sigue marcando diferencias ideológicas. El contraste entre su relación con el mundo eclesiástico y su propio entorno político fue, sin dudas, una de las postales más nítidas del 25 de Mayo.