Aunque parezcan inofensivos, los acolchados y almohadas de plumas pueden convertirse en verdaderos detonantes de alergias durante el invierno. Las bajas temperaturas invitan a cerrar ventanas y usar ropa de cama más gruesa, pero este cambio de hábito puede afectar seriamente a quienes tienen asma, rinitis o sensibilidad respiratoria.
Según la American College of Allergy, Asthma & Immunology, las reacciones alérgicas a productos con plumas son más comunes de lo que se piensa. El problema no siempre está en las plumas en sí, sino en los ácaros del polvo que se acumulan en estos materiales, especialmente en los de origen natural como el plumón de ganso o pato, que resultan difíciles de lavar con frecuencia.
Los síntomas incluyen congestión nasal, estornudos, picazón en los ojos y garganta, tos y dificultad para respirar. Estos cuadros tienden a agravarse en invierno, cuando los ambientes permanecen cerrados y con mayor humedad.
Cómo prevenir y tratar la alergiaEl diagnóstico se confirma con pruebas cutáneas o análisis de sangre. El tratamiento más eficaz es evitar el contacto con plumas y optar por alternativas sintéticas hipoalergénicas, que son más fáciles de limpiar y acumulan menos alérgenos.
Los expertos recomiendan:
Usar fundas antiácaros para acolchados y almohadas.
Lavar la ropa de cama con agua a más de 55°C una vez por semana.
Mantener los ambientes ventilados y utilizar purificadores de aire.
Si tenés antecedentes de alergia o asma, consultá con un especialista antes de elegir un acolchado este invierno. Cuidar tu descanso también es cuidar tu salud.