Las bebidas energizantes, populares entre los jóvenes por su supuesto efecto revitalizante, contienen elevadas dosis de cafeína, azúcar, taurina y otros estimulantes. Estos componentes, en particular la cafeína —que puede superar los 100 mg por lata— exceden ampliamente los límites recomendados para menores y generan consecuencias directas sobre su salud.
Entre los efectos adversos más frecuentes se encuentran alteraciones cardiovasculares como taquicardia, arritmias e hipertensión, así como trastornos neurológicos que incluyen insomnio, ansiedad, irritabilidad y cambios bruscos de humor. Más allá de lo físico, diversos estudios han vinculado el consumo habitual de estas bebidas con un aumento significativo en los niveles de ansiedad, depresión, agresividad y, en casos más graves, ideación suicida, especialmente entre varones adolescentes.
En el plano académico, el impacto no es menor: el exceso de estimulantes afecta la concentración, interfiere en el sueño y reduce el rendimiento escolar. Lejos de brindar “más energía”, estos productos conducen al agotamiento y afectan el bienestar general.
Otro factor preocupante es el riesgo de adicción. El consumo frecuente puede generar tolerancia y dependencia, obligando a aumentar la cantidad ingerida para obtener los mismos efectos. Esta escalada también se asocia a otras prácticas de riesgo, como mezclar energizantes con alcohol o usarlos junto a otras sustancias.
Frente a este panorama, expertos advierten que ningún niño o adolescente debería consumir bebidas energizantes. Sin embargo, la ausencia de una regulación clara permite su venta libre, incluso a menores. Especialistas proponen medidas similares a las aplicadas al alcohol: restricción en la venta y campañas de concientización dirigidas a padres, educadores y jóvenes.
Como alternativa, se recomienda fomentar hábitos saludables: una alimentación equilibrada, descanso suficiente, hidratación con agua y práctica regular de actividad física. Estas son las verdaderas fuentes de energía para un desarrollo integral.
La evidencia es clara: los riesgos del consumo de energizantes en menores superan ampliamente cualquier supuesto beneficio. La prevención, la regulación y la educación son claves para evitar que una moda peligrosa comprometa la salud de las futuras generaciones.
Bebidas energizantes en menores: el peligro oculto que crece sin control
- SALUD

El consumo de bebidas energizantes entre niños y adolescentes se ha normalizado, pese a sus graves efectos sobre la salud física y mental. Publicidad engañosa, fácil acceso y desinformación alimentan una tendencia preocupante que exige regulación y conciencia urgente.