Dieta keto: entre el mito de la “solución mágica” y los riesgos de una moda sin control

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Dieta keto: entre el mito de la “solución mágica” y los riesgos de una moda sin control
Dieta keto: entre el mito de la “solución mágica” y los riesgos de una moda sin control

Aunque popular por su promesa de bajar de peso rápidamente, la dieta cetogénica no es para todos y puede traer complicaciones si se realiza sin acompañamiento profesional. Especialistas advierten sobre sus límites y su uso adecuado.

La dieta keto, o cetogénica, ganó gran protagonismo en redes sociales por su aparente efectividad para perder peso en poco tiempo. Sin embargo, nutricionistas advierten que no se trata de una fórmula universal y que su práctica sin seguimiento médico puede acarrear efectos adversos.

El licenciado en Nutrición Mariano Lagomarsino explica que esta dieta “reduce drásticamente los carbohidratos y eleva el consumo de grasas para inducir la cetosis, un estado metabólico donde el cuerpo usa grasa como fuente principal de energía”. Si bien reconoce que puede favorecer un descenso rápido de peso, advierte que no la recomienda como método general: “Las dietas deben adaptarse al paciente, no al revés”.

Por su parte, la licenciada Natalia Antar aclara que, aunque la keto puede ser efectiva en contextos clínicos específicos, como el síndrome de ovario poliquístico o el hígado graso, su aplicación sin controles es riesgosa. “Puede provocar desde alteraciones menstruales hasta elevación del colesterol y acidosis metabólica”, sostiene.

Ambos especialistas coinciden en que muchas personas cometen errores al realizarla por cuenta propia, como eliminar frutas, abusar de grasas saturadas o consumir productos ultraprocesados rotulados como “keto”. Además, durante la adaptación inicial pueden aparecer síntomas como fatiga, irritabilidad o calambres, que se agravan si no se suplementan minerales esenciales como sodio, potasio y magnesio.

La lista de alimentos recomendados incluye pescados grasos, palta, frutos secos, aceite de oliva, vegetales sin almidón, huevos y quesos. No obstante, la clave está en la supervisión personalizada: evaluar el estado de salud general, antecedentes clínicos y objetivos del paciente.

Si bien su uso original fue terapéutico —como tratamiento para epilepsia infantil—, hoy se investiga también su impacto en enfermedades metabólicas y neurodegenerativas. Aun así, los expertos son enfáticos: “La nutrición no es una moda, es salud a largo plazo”, señala Antar. Y Lagomarsino agrega: “Prefiero enseñar a comer antes que prescribir una dieta rígida”.

La recomendación final es clara: antes de iniciar cualquier cambio drástico en la alimentación, es fundamental consultar con un profesional y entender que la buena nutrición es un proceso individual, sostenido y consciente, lejos de las soluciones exprés.

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